lunes, 13 de junio de 2011

Tocadita - Anécdota en primera persona

Todavía estoy agitado de lo que tuve que correr.
Calculo que acá no me van a encontrar. Estoy refugiado en un Cyber, en un subsuelo de la calle Florida.
No se como contarles lo que me pasó, pero antes de seguir, quiero aclarar que tampoco fue taaaaaaaaaaan terrible...

Cada estación tiene su lado lindo.
Y todo lo lindo, generalmente, está relacionado con las mujeres.

Así como el verano tiene las minifaldas y los escotes, el invierno tiene una prenda que a mi me vuelve loco: las calzas!
Las mujeres que salen del gym con esas calzas, esas que se incrustan, esas que reflejan un paisaje fabuloso, solo hacen que nosotros tengamos ganas de una sola cosa....

La cuestión es que subí al 152, como todas las mañanas... Llegando al Alto Palermo subió ese culito fabuloso... Mi cabeza (de abajo) se puso como loca... Pero mas loca se puso mi mano derecha, esa misma que me da alegrías todas las noches hace tanto tiempo...

El colectivo se fue llenando y el culito se fue acercando. Convengamos que el va y ven del colectivo, sumado al fricción del amigo con el jean, hacen que lo sexual le gane terreno a lo racional. Nada más cachondo que el transporte público.

Llegando al centro, el culito quedó a tiro. Todos alguna vez tocamos un culo en la vía pública o en algún tipo de transporte. Mi error no fue ese. Mi error fue que lo hice sin disimulo y con la palma de la mano. Si, no me resistí! Habían pasado mas de treinta y cinco minutos viendo eso y, cuando estuvo al alcance de la mano, valga la redundancia, mi mano se encargó del resto. Me van a decir que soy un zarpado, que como hice eso, que piense que le puede pasar a mi hija cuando sea grande, pero no, no lo resistí. Ese simple roce justificó lo que viví después.

A la dueña del culito perece que no le gustó. Se dio vuelta y me encajó un sopapo al grito de "DEGENERADO", que hizo que todos los pasajeros me claven sus miradas y alguna mano también. De repente, la puerta de atrás se abrió y pude salir corriendo por ahí. Leandro N. Alem me encontró corriendo con tres personas persiguiéndome. "¡Párenlonnnnn, es un dessssssgenerado!". Menos mal que nadie les hizo caso y que los que me perseguían eran tres viejos. Llegando a Florida me di cuenta que ya no me seguían. Transpirado, a pesar del frío, busqué un refugio y aquí me tienen.

Voy a arrancar porque si no llego a laburar voy a tener más problemas.

Tengo la conciencia tranquila, solo toqué un culito hermoso que me provocó poniéndose esas calzas. El que nunca haya tocado un culito, no sabe lo que se pierde.

Mi consejo, y lo tomo como un auto-consejo, es que tratemos de no ser tan evidentes. Se puede hacer lo mismo sin tanta exposición. Y a las mujeres, por favor, no se ofendan si les tocan un poquito el culo. Es algo natural, es algo que viene con nosotros de nacimiento, algo así como caminar, hablar y coger...


Los toquetea, agitado y emocionado, un amigo @augustogloop